Enseñar a los pacientes a realizar una correcta higiene bucodental, con las técnicas y herramientas adecuadas, es esencial para que logren una buena salud bucal que repercutirá positivamente en su salud general. 

Las competencias del higienista dental son variadas: tartrectomías, profilaxis, raspado y alisado radicular, etc., pero todas van encaminadas hacia la prevención y la promoción de la salud bucodental. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), «no se puede hablar de salud general sin tener salud bucal», por lo que, si queremos tener pacientes sanos, éstos deben tener una salud bucodental óptima. 

Estableceremos un vínculo-compromiso con nuestro paciente, seremos su «coach de motivación bucodental». No caigamos en la despersonalización, dedicando apenas dos minutos del tratamiento y mostrando unas estandarizadas técnicas de cepillado en un fantoma gigante. 

Debemos individualizar la pauta y otorgarle el valor que merece una buena técnica de higiene bucal. Comencemos por dar a nuestro paciente un espejo y un cepillo manual/eléctrico y mostrémosle qué debe hacer. El paciente no sólo debe repetir la información y las pautas que le hemos proporcionado, sino que además debe demostrárnoslas para asegurarnos de que las ha comprendido bien. 

Acto seguido, nos ayudaremos de un revelador de placa para que sea el propio paciente el que valore cuán efectiva es la técnica que utiliza. Recordemos que a los adultos no nos gusta ser «regañados», por lo que vamos a destacar los aspectos positivos. 

Sería útil fotografiar estas sesiones para valorar los avances, categorizar si nuestro paciente es «cumplidor» o si, por el contrario, debemos aumentar la frecuencia de las citas de mantenimiento/higiene. 

Elegiremos la mejor técnica de cepillado atendiendo a la anatomía dental de nuestro paciente. 

No debemos olvidar los espacios interdentales y todas las opciones para acceder a ellos. Tanto si enseñamos el uso de la seda como el de los cepillos interproximales, deberá existir un feedback por parte de nuestro paciente y probar en su boca qué tamaño de cepillo interproximal necesita y dárselo junto con la receta correspondiente. 

Por último, e igual de importante, le enseñaremos cómo limpiar la lengua y las mucosas y con qué frecuencia debe realizarse. 

Valoraremos el uso de químicos, tanto si necesitamos pautar algún tipo de antiséptico como de tratamiento desensibilizante o sialogogos, prestando especial atención a los pacientes médicamente comprometidos. 

La nueva información, así como las pautas, las herramientas, etc., deberá ser anotada en la historia clínica para poder realizar un correcto seguimiento y evolución del paciente. 

Si nuestro paciente tiene algún tipo de discapacidad física que le impide una sujeción cómoda del cepillo, podemos ayudarnos en la clínica adaptando y personalizando su mango. Le pediremos que sujete el cepillo con silicona pesada hasta que ésta fragüe. 

Si carece de autonomía para realizar la higiene bucodental, debemos formar a aquella/as persona/as que la vayan a realizar, siempre con la técnica show-tell-do, ya que es la única forma de comprobar no solamente que la información se ha comprendido correctamente, sino que se ha adquirido la capacidad de desempeñar una técnica completa de higiene bucal. 

CONCLUSIÓN 

Debemos ayudar a nuestros pacientes a conocer todas las técnicas y herramientas disponibles para mantener una salud bucodental óptima y una buena salud general, pero no olvidemos que el éxito del mantenimiento depende al cien por cien del paciente, y así hemos de transmitírselo. La personalización y el refuerzo positivo serán claves para la fidelización y el logro del objetivo de salud bucal y total.