Como ya hemos destacado en anteriores artículos, la salud bucodental y la salud general están interrelacionadas, y son muchas las evidencias que demuestran que una mala salud de las encías  s e asocia, por ejemplo, a un mal control de la diabetes mellitus, a un riesgo aumentado de parto prematuro y al desarrollo o el agravamiento de algunas  enfermedades respiratorias y cardiovasculares.

Ahora que, como cada 29 de septiembre, se celebra nuevamente el Día Mundial del Corazón, una jornada de sensibilización de la población y de promoción de la adopción de medidas preventivas que disminuyan las enfermedades cardiovasculares, especialmente las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares, es un buen momento para recordar las relaciones que existen entre salud bucodental y salud cardiovascular.

El grupo de trabajo SEPA-SEC, formado por la Sociedad Española de Periodoncia (SEPA) y la Sociedad Española de Cardiología (SEC), estudia la relación existente entre estas patologías y alerta de la relación entre la enfermedad de las encías y el riesgo cardiovascular, así de cómo algunos fármacos usados en el tratamiento de cardiopatías crónicas tienen consecuencias en la salud bucodental de quienes los consumen.

Las personas que tienen una mala salud de sus encías tienen más riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular (sobre todo aterosclerótica), de ahí que destacados profesionales de este grupo de trabajo situen a la clínica dental como un referente en la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular, e insistan en la importancia de una comunicación bidireccional entre cardiólogos y odontólogos.

Igualmente, en prevención secundaria, establecer un protocolo claro de salud bucodental dentro de los programas de rehabilitación cardíaca permitirá actuar sobre el pronóstico de los pacientes con cardiopatía.

Visitar regularmente al odontólogo e instaurar las medidas adecuadas de higiene bucodental y de hábitos de vida saludables no sólo será clave para conseguir mantener unos dientes y unas encías saludables, sino para evitar la aparición de enfermedades sistémicas de gravedad. Una boca sana no sólo prevendrá el desarrollo de enfermedades bucodentales, sino que mejorará la salud cardiovascular y evitará la aparición de afecciones de este tipo.